En la subtitulación, los colores blanco y amarillo se han convertido en los estándares casi universales por su legibilidad y neutralidad. Estos colores no solo contrastan bien con una amplia gama de fondos, sino que también garantizan que el texto sea fácilmente visible sin distraer al espectador. Sin embargo, en situaciones excepcionales, otros colores pueden ser utilizados para lograr efectos específicos o resolver problemas que los colores estándar no pueden abordar.
El blanco y el amarillo se utilizan por una razón: son efectivos. El blanco ofrece una claridad limpia que contrasta bien con la mayoría de los fondos, mientras que el amarillo destaca incluso en escenas más oscuras o complejas. Estos colores permiten que el espectador lea los subtítulos sin esfuerzo, lo que es crucial para mantener la inmersión en el contenido.
El uso excepcional de otros colores: Aunque el blanco y el amarillo son la norma, hay ocasiones donde otros colores son necesarios:
Fondos complicados: En escenas con un fondo predominantemente blanco, como paisajes nevados o cielos brillantes, el blanco puede perderse. En estos casos, un subtítulo en azul oscuro o negro puede ser más adecuado. Del mismo modo, en escenas con mucho contraste, como luces estroboscópicas o fuego, se pueden usar colores como el cian o el rojo para mantener la legibilidad.
Diferenciación de personajes o idiomas: En películas o series multilingües o con múltiples personajes hablando simultáneamente, los subtítulos de diferentes colores pueden ayudar a distinguir quién está hablando o qué idioma se está usando. Por ejemplo, en un diálogo entre varios personajes, asignar un color específico a cada uno puede evitar confusiones.
El uso de colores fuera de los estándares debe ser cuidadosamente considerado. Colores demasiado vibrantes o no contrastantes pueden distraer o dificultar la lectura, afectando negativamente la experiencia del espectador. Además, es importante considerar la accesibilidad: los colores deben ser escogidos pensando en aquellos con deficiencias visuales, como el daltonismo, para garantizar que todos los espectadores puedan leer los subtítulos sin problemas.
Mientras que el blanco y el amarillo seguirán siendo los pilares de la subtitulación debido a su versatilidad y claridad, hay momentos en los que otros colores pueden y deben ser usados para resolver problemas específicos o para añadir un toque emocional o organizativo al contenido. No obstante, estos colores deben ser empleados con precaución y siempre con el objetivo de mejorar la experiencia visual del espectador, asegurando que los subtítulos sigan cumpliendo su función principal: transmitir el mensaje de manera clara y efectiva.